Los legendarios Barrymore Raid os cuentan en estas páginas algunas de sus andanzas por los raids de aventura y carreras de montaña de la Iberia rural

miércoles, 5 de agosto de 2009

Orientaventura Valles Pasiegos 2009















La Patasola Producciones
Presenta

Aventuras y Desventuras en los Valles Pasiegos
Tribulaciones de seis piernas en cuatro actos


Cuando se afronta una crónica con la perspectiva de un fracaso, parece que la hoja en blanco decide mantenerse firme en preservar su virginidad hasta que un éxito apuesto y flamante la conquiste. Por suerte, La Patasola no entiende de fracasos:


El pasado viernes, sin hacer nada, La Patasola viajaba en un coche rojo conducido por una mujer rubia que ofreció sándwiches y ensalada. Encontró en el maletero comida comprada y ordenada, la ruta de carretera impresa, y las reservas del camping hechas. La Patasola tuvo que esforzarse en recordar si había cogido camisetas, mochila, y demás bultos, o alguien había dejado preparado su equipaje… todo era tan sencillo que incluso el atasco de la M-40 flotaba en una divertida sensación de placidez. Ángel-es: qué bien puesto este nombre, pensó, y se teletransportaron varios cientos de kilómetros. Hubo un descanso evidente para trabajar las ensaladas (intentad aliñar una ensalada mediterránea con dos sobres –aceite, vinagre- y sal a 130 km/h, y luego probad a mantener el plástico en las piernas, pinchar, y estar atentos a los radares… os juro que cuesta mucho organizarse) En el descanso, el pequeño entomólogo que la La Patasola lleva dentro hizo un gran descubrimiento y escondió en el asiento de atrás del coche entre veinticinco y treinta moscas de diferentes edades y autonomías de vuelo. Como es bien sabido, las moscas son unos polizones fatales, y se descubrieron apenas volvió a funcionar el aire acondicionado. Hasta Villacarriedo, el viaje fue una coreografía de ventanas automáticas que bajaban y subían, en función de la posición estratégica de las moscas. Tres visitas a La General más tarde y un buen puñado de curvas entre valles mágicos, llegaron al camping (para los que nunca preguntaron, la carretera nacional es La General, vayas por donde vayas, no importa la dirección que lleves, es algo así como el Espíritu Santo)


Llueve.
No hay nadie.
Parece que llueve.
Llega una furgoneta.

Habría que hacer algo

Cerveza, rápido…
Una vez abierta la medicina con espuma, La Patasola y Ángeles se sientan.
Que sí, que sí, que llueve.
… respiración honda: el camping es chiquitito, hay muuucho espacio libre (en realidad, todo)
La Patasola y Ángeles tienen que tomar más medicina con espuma. Luego toca forrito, y al fin paz, casi tanta como sitio libre.

Yuste Family aparece más tarde, con el campamento base, que se monta a toda pastilla. Cenamos con alegría, charlando, y rematando con un orujo de café que nos han regalado los chicos de la furgoneta. Han resultado ser viejos amigos de Paco, que correrán en aficionados.
Se duerme arrullados por las gotitas, y se despierta animados por un mirlo que viene del after hour, colocado perdido. Una hora antes de la alarma: será cabrón el mirlo.

La mañana promete lluvia o mucha lluvia… aunque puede que abra, dice Ángeles.
Llegamos justitos de tiempo. Hace tiempo que La Patasola no corre un Orienta: están todos. Los Tronadores, los Tronadores I, los Soletronadores, los Tronasoladores, coño ¿dónde se pillan esos cortavientos rojos y negros? Concéntrate, tío!! Bucle largo con posibilidades de hacer todas las balizas si nos vemos fuertes, ya se sabe, optimismo del primer día. Las dos Pes, los raiders de la derecha española, ya han salido: PP, Patasola Paco. Hay que joderse. Por mala suerte, nos ha tocado un plano asilvestrado, no se deja doblar, se pone de picos, se gira… total, tardamos 20 minutos o así en domesticarlo y comenzar la prueba… el paisaje es fascinante, los caminos te drogan, y corres empapado con cara de guiri recién llegado a Málaga. Ni las zarzas ni las ortigas impiden a La Patasola caerse dentro de un arroyo en el que, evidentemente, no está la baliza… después de unas cuantas idas y venidas, se celebra el encuentro como hacen los hombres duros, con sangre: P&P suben monte traviesa abriéndose las carnes entre tojos y zarzas, con murmullos de placer contenidos que la lluvia atenúa. Que no se diga.
La primera etapa nos coloca en el séptimo puesto, con buen margen, pero no definitivo: habrá que defenderlo.

Nos vamos al vestuario que hay entre la Farmacia y la Panadería. Parece una acera de un pueblo cualquiera: qué cosas más raras suceden. Manu Trolera comparte vestuario: culos peluditos, culos lisitos, todos chorreando… luego nos damos cuenta de que el lugar donde nos hemos exhibido no es un vestuario: es un comedor al aire libre!! Ea, rendimos homenaje y comemos ahí mismo.

Paco y Ángel-es salen por la tarde. La Patasola se vuelca en una frenética vida social: charlas distendidas, un par de cafés, aparecen Choqui, Raul, familia lejana y gente cercana. Hay que hacer una prueba extra que dan en llamar bolos pasiegos y que consiste en tirar un pelotón de madera por los aires, con la idea de echar al suelo unos cuantos palos puestos en línea. Risas, muchas… La Patasola despliega la técnica “charme” francesa, que consiste en un suave giro de muñeca hacia arriba y una rotación entre suave y chic de cadera. Obviamente, un éxito largamente aplaudido. La Patasola intenta meter presión a JuanFran, el gaditano de los Salomon, y desestabilizar a Raul, a Choqui, y otros rivales; pero la élite tiene nervios de acero y pulso templado. Les falla el toque de glamour, eso sí, consecuencia del exceso de eficacia contenida. Nada que hacer.
Mis chicos entran tarde, penalizando mucho… Paco entra cariacontecido. Habemus pájara, habemus desastre.
Aunque puede que abra, dice Ángeles, corremos al vestuario-comedor.

Aurelio y Tommy han hecho una etapa brutal. Tronis y Trango tendrán que pelear un poquito más abajo. Nosotros hemos mantenido bien esa séptima posición, aunque me confiesa Paco que han tenido que saltarse un par de balizas y esperar un poco antes de entrar en meta. Se hace duro, pero parece que podremos mantener nuestro objetivo.
Paco nos abandona para hacerse cargo de la familia: La Patasola le encarga a Mariola unas sesiones de ánimo.

La noche es nuestra, pequeño, me ha parecido escuchar a Ángeles. Me dejo las rodillas en el fabuloso suelo de la pista en penitencia, por ridículo, y desplegamos nuestra estrategia. Convenzo a Ángeles, y sale con el plano. La Capi traza rumbo con claridad, va suelta. Cogemos un ritmo cómodo. En mitad de una subida-trampa, nos encontramos a Fer y a Choqui bajando como cohetes: nos avisan, y podemos dar la vuelta y corregir rumbo con facilidad. La noche va cayendo, y con ella un suave manto de niebla que pone un punto entre mágico y épico a la etapa. Menos mal que lleva el plano la Capi: La Patasola está desatada en su mundo de fantasía, imagina dragones que pasan con vuelos rasantes y duendes cabreados que cruzan las sendas sin orden ni concierto. A veces hay que levantar el frontal para que no deslumbre la niebla en la cara… Decidimos aventurarnos con una baliza un poquito alejada para disfrutar de la carrera: habrá quien no lo crea, pero se está en la gloria corriendo en esta niebla, con la sonrisa de guiri idéntica y permanente. De vuelta, Ángeles se atreve con un par de balizas fuera del camino, bajando por vaguadas. Preciosas. Entramos con algo de tiempo de sobra, sin tensión, la noche ha sido nuestra, pequeña, me ha parecido decir. Pero como no se ha oído, no hago mi penitencia.
Abrazos fugaces con Maica, con los chicos todos, con la gente que nos quiere.

Salimos zumbando a nuestro nuevo vestuario, entre el contenedor de papel y una fuente (el contenedor está colocado delante de la parada de autobús, lo que indica que en Esles el reciclaje es más importante que el transporte, decidimos tenerlo en cuenta) La Patasola descubre que, oh maravilla, se ha traído una camiseta de manga larga seca y unas mallas largas. Está claro, alguien le hizo la bolsa para esta carrera.
En el camping espera Paco con los brazos abiertos, literalmente, y unos espaguetis con tomate que nos calienta mientras nos duchamos. Aún parece que llueve, y seguimos estando las tres familias de la primera noche. Me gusta este camping, me siento en casa, Ángeles dice que esta noche abre.

Por la mañana, antes de salir, La Capi, y La Patasola se cercioran de que no hay riesgo de perder el séptimo puesto. La etapa es para disfrutar: los deberes están hechos. Está abriendo: ya lo había dicho Ángeles.
Sale un bucle larguito pero muy asequible, cruzando bosques increíbles y subiendo a miradores de novela. La Capi lleva el plano en la primera mitad, se va soltando. Luego llegan los barros durísimos que te atrapan, seguro que hay trasgos. Nos cruzamos varias veces con los Salomon (fáciles de distinguir de los trasgos, porque estos chicos están muy flaquitos, mientras que los trasgos son recios) y decidimos dejar alguna baliza: Después de tanto esfuerzo, no es plan que alguien se nos meta detrás en la tabla. Alcanzamos balizas de cuento bien arriba, tiramos de orientación y vamos enlazando tramos. La última baliza, en el río, decepciona mucho a La Patasola: hay un farolillo blanco y naranja y una pinza de las de siempre… por Dios! en un entorno así, tendría que estar, clavada en la roca, Excalibur: solamente un corazón limpio podría sacarla de su lecho…baliza especial 200 puntos y premio especial de casa pasiega, ojo: con prado y vaquitas. Nada, habrá que poner una reclamación al trazador.
Se vuelve rápido, con ilusión: la Capi alarga la zancada, va alegre, mira alto… entramos con Excalibur cruzada en la espalda, a pesar de que no la vea nadie.

Saludos, charlas, tardamos aún un rato en regresar al vestuario habilitado en la calle principal. Nos cambiamos, satisfechos, y nos integramos en la dinámica de barbacoa al acecho que ha montado la organización.
Lomito, cervezas (alguna ha habido que distraerla por equivocación) salchichas… se echa el rato como siempre, valorando todo. Los Salomon han hecho un orienta impresionante. Luego, TT: Trango y Tronadores. La Patasola no quiere dar ideas, pero podría ser un buen logo. Además, a poco que se trabajase la idea, se aseguraría podio siempre: sería algo así como El Padrino, pero en versión raider.


Ha sido un Orienta muy especial: paisajes fascinantes, carreras regeneradoras, un ambiente magnífico. La familia Barrymore ha tropezado pero ha sabido reconducir el fin de semana: recuperarse, distendir, disfrutar. La Capi ha llevado el equipo de cine, y los valles han puesto todo lo demás.

La Patasola se queda pasmada cuando Heidi le dice que es hora de volver… tanto valle, tanto verde, y tanto bicho correteando por ahí han cambiado todo. ¿Es posible que La patasola se haya tarado definitivamente? A duras penas, descubre que realmente Heidi es La Capi, que se lleva de regalo unas chapetas coloradotas por el sol, que en algún momento apareció. Nos colocamos la capa roja del Wgolf y nuevamente nos teletransportamos cruzando valles y atascos.

Sin hacer nada, La Patasola está en casa, con una quesada y una bolsa de ropa sucia.
Algo ha debido de pasar, porque las piernas están cruzadas de arañazos.







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